Ustedes
quizás no lo entiendan,
quizás
no tengan la necesidad de observar la lluvia,
quizás
y sólo quizás, la lluvia les importe un bledo.
Para
mi, sin embargo, en esta reentrée
en
la que me encuentro, la lluvia es básica,
básica
y definitiva, como la absurda nostalgia
que
sentimos los perdedores
cuando
perdemos algo que siempre nos fue ajeno.
Si
ustedes estuvieran doctorados
en
lloviznas de octubre,
en
plúmbeas tormentas de noviembre,
en
aguaceros de abril y mayo,
sabrían
que la lluvia de agosto es diferente,
radicalmente
distinta a cualquier otra.
Ella
es así, como la lluvia de agosto,
rara
y única, extrañamente cercana,
cercana
y cálida, cálida y distante,
como
la lluvia de agosto.
Su
abrazo no permanece
pero
garantiza una extraña caricia,
que
aunque breve,
suele
dejar en su mordedura un recuerdo
en
el que cobijarse cuando llega el invierno.
Luego
cuando concluye se podría dudar
de
la humedad del aire, de la piel mojada,
de
los vehículos goteando sobre el verano,
del
sabor a óxido dulce del hierro.
Se
podría incluso dudar
que
me enamoré de ella cualquier día de agosto
y
que necesitaré
muchas
tormentas de otoño para olvidarla.
De: Almendras Amargas
Efímera, distante, diferente, sorprendente, penetrante y profunda en su olor y en su forma agotadora y asfixiante...la lluvia o cierta poesía?
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