Alguien gira una rueda en la avenida Lenox, en las
escaleras otros duermen abrazados a su frío, unos niños mendigan y de
sus bocas escapa un triste soniquete de lata y hambre. Un grupo de
mujeres de blanco vitorean el nombre de un dios ausente, Bumpy Johnson
las aparta en su camino, ahora le interrumpen dos muertos vestidos de
madera. Es Harlem 1934. El jazz nocturno del Bamville Club no limita la
piel. En la puerta un barril vacío muerde a una famélica farola que escupe
números de papel. Los hambrientos ponen nombre a los números y apuestan
con la esperanza de amanecer de una manera distinta, pero ignoran que
Harlem es un trozo de cristal roto sobre la mirada de los que van a
morir.
Corto de Tinta, próxima edición 2015
Toño Jerez
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