ME QUEDO CON LA PIEL Y LA PALABRA
Adentrarse en Corto de tinta, es como traspasar el corazón de un hombre sin más equipaje que ese dolor, humano y cómplice, que nos hace rodar con sus palabras hacia un lugar desconocido que vive dentro de nosotros mismos. Así nos arrastra Toño Jerez con sus versos hacia una muerte antigua y cotidiana que renueva a diario su vocación inútil de malvestir al hombre para recordarle que está su merced, irremediablente. Corto de tinta es una maldición, una senda que cruza desde la soledad hacia la nada, para convocar al poeta y su destino, un destino que va descontando días como pájaros y robando versos a la embriaguez que nos presta la madrugada en su abandono. Entonces, el poeta, se resigna al desorden del mundo, su mundo más humano. Sabe que ningún dios puede salvarle "Nos hemos conformado con vivir, con malvivir borrachos de nostalgia".
Corto de tinta es, a mi entender, un libro necesario para saber de ti, de mí, del cielo que vomita en nuestras almas y nos siega el aliento de los días. Un libro visceral, sin ánimo de lucro, sin fe de catequista; un libro que franquea el miedo y el dolor sin antifaz, aferrado a su verdad poética, que, al fin y al cabo, no es otra cosa que la realidad que nos aplasta a diario.
Toño Jerez no tiene miedo a ponerle nombre al enemigo, por eso su poesía abre en canal las vísceras, con ese poderoso don que tiene la palabra. Él la sabe manejar muy bien, y viceversa, el caso es que, no sé si por azar o por capricho de algún extraño dios, esta obra me ha llevado a descubrir la lucidez de un poeta que merece la pena leer y releer.
"Las autoridades policiales aún no pudieron detener a aquel hombre al que vieron aplaudir cuando llegó la primavera".
Así es Toño Jerez, y así se escribe la buena poesía.
Katy Parra
Adentrarse en Corto de tinta, es como traspasar el corazón de un hombre sin más equipaje que ese dolor, humano y cómplice, que nos hace rodar con sus palabras hacia un lugar desconocido que vive dentro de nosotros mismos. Así nos arrastra Toño Jerez con sus versos hacia una muerte antigua y cotidiana que renueva a diario su vocación inútil de malvestir al hombre para recordarle que está su merced, irremediablente. Corto de tinta es una maldición, una senda que cruza desde la soledad hacia la nada, para convocar al poeta y su destino, un destino que va descontando días como pájaros y robando versos a la embriaguez que nos presta la madrugada en su abandono. Entonces, el poeta, se resigna al desorden del mundo, su mundo más humano. Sabe que ningún dios puede salvarle "Nos hemos conformado con vivir, con malvivir borrachos de nostalgia".
Corto de tinta es, a mi entender, un libro necesario para saber de ti, de mí, del cielo que vomita en nuestras almas y nos siega el aliento de los días. Un libro visceral, sin ánimo de lucro, sin fe de catequista; un libro que franquea el miedo y el dolor sin antifaz, aferrado a su verdad poética, que, al fin y al cabo, no es otra cosa que la realidad que nos aplasta a diario.
Toño Jerez no tiene miedo a ponerle nombre al enemigo, por eso su poesía abre en canal las vísceras, con ese poderoso don que tiene la palabra. Él la sabe manejar muy bien, y viceversa, el caso es que, no sé si por azar o por capricho de algún extraño dios, esta obra me ha llevado a descubrir la lucidez de un poeta que merece la pena leer y releer.
"Las autoridades policiales aún no pudieron detener a aquel hombre al que vieron aplaudir cuando llegó la primavera".
Así es Toño Jerez, y así se escribe la buena poesía.
Katy Parra
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